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Orígenes e historia de Las Encartaciones

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El territorio de Las Encartaciones ha estado poblado desde la prehistoria.

Así lo atestiguan diferentes descubrimientos arqueológicos en cuevas, destacando especialmente las representaciones gráficas (grabados y pinturas) de las cuevas de Ventalaperra, Rincón, Polvorín (Carranza) y Arenaza (Galdames). En el Neolítico aparecen los primeros poblados al aire libre y los primeros dólmenes que jalonan numerosos montes de todo el territorio encartado. La romanización también aparece en la zona, evidenciada principalmente por la calzada que la atravesaba de norte a sur  y por algunos otros descubrimientos, como los restos mineros de época romana del pantano de Oiola (Trapaga). Tras la caída del Imperio Romano, entramos en un periodo oscuro de casi cuatro siglos del que prácticamente no sabemos nada.

 

No será hasta el siglo IX cuando aparezca la primera mención a alguna zona de Las Encartaciones. Se trata de Carrantia (Carranza) y Subportam (Sopuerta) que son mencionadas en las Crónicas del rey asturiano Alfonso III. A partir de aquí aparecen nuevas menciones como las de Salceto (valle de Salcedo: Zalla y Güeñes) en 1143, Sumrrostro (Valle de Somorrostro: actual Margen Izquierda) en 1068) y, finalmente, el término Incartationis (Encartaciones) en 1175.

 

Por lo tanto, sabemos que en torno al siglo XII ya existen las cuatro zonas principales de que se compone Las Encartaciones: Valles occidentales (Carranza y pueblos cercanos), valles centrales (Sopuerta y pueblos cercanos), valle de Salcedo (pueblos del actual valle del Cadagua) y valle de Somorrostro (actual Margen Izquierda). Además, aparece el término Incartartionis que, aunque no sabemos cuanto abarca, será el que terminará denominando a todos esos valles.

Finalmente, en 1390 aparece la primera mención a las Juntas de Abellaneda aunque se menciona que ya se celebran desde antiguo. De esta manera, podemos suponer que la comarca de Las Encartaciones, aproximadamente con la extensión que ha tenido históricamente, ya debía existir aproximadamente desde los siglos XII o XIII.

La división administrativa definitiva (formación de los concejos y valles con sus límites bien establecidos) y la organización de un cuerpo político concreto (con representantes por cada pueblo) debió de realizarse en torno al siglo XV, superando el periodo medieval con una representación más convulsa y menos organizada.

Finalmente, queda establecido un sistema por el cual cada concejo envía un síndico a las Juntas, las cuales están presididas por el Teniente Corregidor (una suerte de "gobernador") y apoyadas por un escribano (un notario) que da fe de todo lo que allí se dice.

Las Encartaciones disponían de su propio fuero pero, en 1576, como consecuencia de la renovación que de él debían hacer, adoptan el Fuero de Bizkaia, gracias a la gran similitud existente entre ambos.

La comarca, a pesar de ello, mantendrá su particularidad histórica; ser parte del Señorío de Bizkaia pero conservando sus propias instituciones. De esta manera, los concejos o valles encartados no envían cada uno un representante a las Juntas de Gernika sino que se reúnen previamente en Abellaneda para discutir sus problemas y para elegir al síndico que les representará en conjunto en las Juntas del Señorío.

A pesar de ello, los concejos encartados mantendrán desde el siglo XVII contínuas disputas sobre si era conveniente o no integrarse "plenamente" en el Señorío de Bizkaia. Así, durante diferentes periodos habrá concejos que se separen de Las Encartaciones y se integren en Bizkaia y que luego vuelvan a hacer el camino inverso. Esto ocurrirá en diversas ocasiones hasta que, finalmente, en 1801, todos los concejos deciden integrarse plenamente en el Señorío, desapareciendo definitivamente las Juntas Generales de Abellaneda.

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