Patrimonio Conservado

Arado Romano

arado romano

 

Arado romano

 

 

Autor: desconocido

Cronología: XIX-XX

Procedencia: Las Encartaciones. Probablemente Trucíos.

Descripción:

La tipología del arado es muy amplia, dando lugar a una variedad de herramientas similares, aunque con distinciones en cada zona. Es utilizado para preparar el suelo para la siembra, creando una serie de surcos paralelos en el terreno trabajado. Es un herramienta versátil que sirve en las diferentes fases del cultivo para labrar la tierra, para removerla y airearla, y que se acompaña de otras como el rastro o grada, las layas, el rastrillo, la azada o atzurra, la hoz… 

El que se conserva en el Museo de Las Encartaciones es el conocido como arado romano o castellano, llamado en euskera golde (del latín «cultum»), que presenta cama curva, dental corto y reja lanceolada (en forma de lanza). Se clasifica, por tanto, dentro de la tipología de arados de cama curva, herramienta que permite generar un ángulo para la tracción animal.

Es un ejemplar alargado, de gran tamaño, cuya larga cama se conforma con dos piezas unidas entre sí por una estructura dentada reforzada con cinchas de hierro. A ambos lados de la cama se ataba la pareja de bueyes, vacas o mulos que tiraban de él. En el extremo inferior se sitúa la estructura de madera que cobijaba la reja de hierro con la que se labra el terreno.

Extensión del uso del arado y su origen:

Utilizado desde épocas antiguas, su uso estaba muy extendido, localizándose en tierras  castellanas, la meseta central, Aragón, Cataluña y Valencia. En el País Vasco, por su parte, lo encontramos en la zona meridional (Álava y sur de Navarra) y en Las Encartaciones (Bizkaia) aunque también era conocido y utilizado en muchos lugares de Bizkaia y Gipuzkoa. Es heredero de los antiguos arados romanos, de los que no se diferencia excesivamente. Perdurará hasta la llegada de la Revolución Industrial.

Contexto histórico:

Una de las características más perdurables en el territorio vasco ha sido la presencia del caserío, no sólo como unidad de explotación agraria sino también como núcleo de convivencia familiar. 

En él, durante los últimos cuatro o cinco siglos se ha practicado una agricultura y ganadería de consumo principalmente interno -aunque también comercializable, generalmente en mercados cercanos-, cuyos aspectos fundamentales no cambiarán hasta la llegada de la Revolución Industrial.

Sí se apreciarán cambios en las especies cultivadas, pasando del trigo, mijo y lino cultivado a finales de la Edad Media, al policultivo nacido gracias a la llegada de productos americanos. Se desarrollará, por tanto, una huerta compuesta por productos como el trigo, maíz, nabo, trébol, pimiento, alubia, tomate, habas, patatas, arbejas, manzanos, perales, melocotoneros, ciruelos, además de producirse txakoli y sidra, o criarse vacas, ovejas, cabras, burros, conejos, patos… Era una producción diversificada realizada en terrenos no demasiado extensos y en ocasiones separados entre sí.

Aun así, a lo largo de la Edad Moderna ni las formas de trabajo ni la tecnología utilizada variarán excesivamente (de ahí que el tipo de arado utilizado sea el mismo) aunque sí existían particularidades en los modos de cultivo, los tipos rotacionales y las costumbres de siembra entre las distintas comarcas vascas, incluso entre pueblos cercanos entre sí.

Técnica: 

El arado es un instrumento principalmente hecho en madera, a excepción de la reja, realizada en hierro. La fabricación de arados debía realizarse en talleres locales, probablemente de carpintería -como sabemos que ocurría con las cubas, toneles o carros-, quienes adquirían las rejas de hierro en las forjas o herrerías locales que, a su vez, se abastecían de material proveniente de ferrerías y martinetes.

Materiales y soporte: Madera y hierro

Estado de conservación:

Buen estado de conservación.

 

 

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